“El gran espacio donde el crimen organizado puede florecer es en el lavado de activos”
Pablo Carvacho, experto en seguridad: E E 8 8 2 a S 3 3 3 E Z É 3 el 2 El director de Investigación y Desarrollo del Centro Justicia y Sociedad UC, señala: “La tendencia va hacia el empeoramiento, más homicidios, más armas, aumenta el mercado de drogas, pero todo ese fenómeno no justifica la sensación que estamos teniendo como país”. Por Constanza León A. 1 gobernador Claudio Orrego habló de un “noviembre rojo”: 37 homicidios y 38 homicidios frustrados solo en la Región Metropolitana. En tanto, los alcaldes presionan por un Estado de excepción, Rodolfo Carter decretó estado de emergencia en La Florida y convocó a un “Batallón de Protección Ciudadana”, entre civiles y expersonal de Carabineros y FF.AA. “Resulta complejo hacer coincidir los diagnósticos que se manejan respecto al estado actual de la criminalidad en Chile con medidas como éstas. Si estamos frente a un crimen más organizado, complejo y violento, no parecen ser buenas iniciativas las que saquen a ciudadanos no preparados a enfrentar y prevenir el delito. Aunque puedan dar ciertos réditos políticos, se trata de medidas de poco impacto político criminal”, señala Pablo Carvacho, director de Investigació Desarrollo del Centro de Estudios Justi y Sociedad UC. Carvacho es parte, hace un año, del equipo “Más seguridad más equidad”, consejo asesor permanente de la Subsecretaría de Prevención del Delito. Actualmente, está trabajando en los cambios que se implementarán en la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (Enusc). Abogado de la U. De Chile, magíster en sociología de la UC y máster en ciencias del derecho de la Universidad de Stanford.
Experto en seguridad, justicia y drogas, es profesor en la UC, consultor en organismos como el BID, la OEA y la UNICEF y fue jefe de gabinete del Senda durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet. —La noticia de la modernización de la Enusc, se empañó por los resultados de 2022; el indicador de Percepción de Inseguridad llegó a un máximo histórico del 90,6 %. ¿Cómo se lee esto? —La percepción de inseguridad siempre está muy lejos de la victimización. Lo preocupante de Chile es una percepción muy alta y que la tendencia es al alza. Lo queno se dice es que la percepción tiene varios indicadores, el del 90.6 es el de la dimensión nacional. A nivel regional y local, la percepción va bajando. La gente tiende a creer que está mejor en su contexto más cercano que lo que sucede a nivel país. Incluso cuando se le pregunta: “¿ Ud. Cree que va a ser víctima de un delito en los próximos 12 meses? La cifra es aún más baja. A pesar de eso, los datos muestran que las personas empiezan a sentir que sus entornos cercanos son más inseguros. La inseguridad por mucho que sea una percepción, tiene consecuencias reales; en términos de uso del espacio público, se encierran en las casas y no habitan sus comunidades después de ciertas horas.
Eso Ey hace que se deteriore el espacio urbano y le da una mayor oportunidad a la ocurrencia de delitos. —La victimización general a nivel país alcanzó un 21,8 %, marcando un alza respecto de los años de pandemia en 2020 y 2021 (19,2 % y 16,9 % respectivamente). —Yo no lo leo tan dramáticamente, porque el fenómeno delictual hay que mirarlo en su trayectoria; mirar la foto es súper engañoso. Se ve un efecto rebote de la pandemia, porque la delincuencia cobró otros ribetes, ocupó otros espacios, principalmente aquellos privados del hogar y el espacio digital. Pero si uno mira la trayectoria pre-pandemia se puede ver una tendencia a la baja. Esta delincuencia común, robos, hurtos, lesiones, riñas, etc., viene consistentemente a la baja. En este punto es donde entra el problema de instrumento porque la Enusc no nos permite entender fenómenos actuales como el crimen organizado.
El patrón criminal se está complejizando y no tenemos herramientas ni indicadores para medirlo. —¿ Los cambios tienen que ver con qué? Felipe Harboe acusó que “el Gobierno no efectuó la medición entre septiembre y diciembre del 2022 y se modificaron preguntas, dificultando la comparación de resultados anteriores”. —La crítica de Harboe es legítima, pero inoportuna e incorrecta. Hemos estado trabajando en el tema, hemos sido informados de los cambios, pero no creemos que a un día del anuncio fuese el momento para poner en duda un instrumento que sigue siendo serio.
Esta encuesta siempre pregunta por el año corrido, lo incorrecto habría sido duplicar meses o trimestres con baja victimización, pero ese no es el caso, Además, el INE hizo un ejercicio para demostrar que la encuesta permite la comparabilidad y que los indicadores mantienen su fortaleza. Junto a ello, la nueva Enusc va a duplicar la muestra; de 23 mil pasamos a cerca 55 mil encuestas, con lo que vamos a poder tener una dimensión local del problema. Ese es el gran avance para los resultados 2023, que se presentarán el 2024. La criminalidad es un fenómeno demasiado complejo para tener una mirada regional solamente.
La necesidad de representatividad comunal no podía esperar más. —Si la victimización va en baja, ¿qué es lo que estamos viendo a diario y que nos está asustando entonces? —Lo que está al alza son ciertas expresiones de criminalidad importadas, con un nivel de violencia totalmente desconocido para Chile. Con prácticas como el secuestro, que eran muy excepcionales, asesinatos especialmente escabrosos. Se trata de grupos respecto de los cuales todavía no podemos etiquetar si queremos ser serios. Probablemente, hay mucho de mitología también y muchos que se hacen pasar por ciertos grupos para infundir miedo; algunos descolgados que hoy tienen poco poder real de armamento y violencia. Sabemos muy poco de esta criminalidad y nuestra misión desde la academia es profundizar este conocimiento. Que ver con el narcotráfico siempre? —El crimen organizado tiene varias líneas de negocio. Una de ellas es el narcotráfico, que es el mercado más atractivo para desarrollar en Chile, si comparamos las prevalencias que entrega SENDA con la región. El consumo ha ido en aumento, ha bajado la pasta base y han aumentado las drogas sintéticas, transversalmente a todos los niveles socioeconómicos. Según un estudio hecho por nosotros en el Centro Justicia y Sociedad para SENDA, el Tusi aparece y se incrementa de manera muy notable.
De esta forma, el narcotráfico puede ser un pilar central para el crimen organizado en Chile, probablemente su línea de negocio más lucrativa, pero en ningún caso la única. —El Tusi, la cocaína rosa, o cualquiera de sus derivados que se venden en Chile, es avalada para una generación por referentes musicales del género urbano. —Hay algo que tiene que ver con ciertas expresiones culturales, pero también con las economías de estos mercados de drogas, porque el Tusi es una mezcla de drogas, de fácil producción, en comparación con otras drogas sintéticas. También existe toda esa dimensión asociada a la música urbana, que hace una apología de este mundo narco, del uso de armas, de la riqueza y finalmente de un capitalismo feroz. Lo que ocurre es que el narcotráfico se ha instalado como una vía posible en sectores de mucha desventaja social.
Cuando el Estado no tiene una oferta para que las nuevas generaciones puedan pensar su futuro de manera prosocial, cuando asistir al colegio o tener una carrera se ve tan lejano, el narco ofrece la única alternativa válida para obtener los mismos fines valorados socialmente. La diferencia es que lo hace por medios ilegítimos. “El crimen organizado pilló desprevenido al Estado” “Necesitamos una política mucho mejor para recibir migrantes, que se enfrentan a una burocracia infinita. Acá sin carnet no puedes hacer nada, por lo que muchos buscan trabajo en mercados informales. Si Chile tuviera una mejor política de recepción de la migración, tendríamos menos migrantes involucrados en el crimen organizado”, añade Carvacho. “El crimen organizado pilló desprevenido al Estado de Chile. Esa es la realidad, entendiendo el diagnóstico sobre la criminalidad como un fenómeno en proceso. Un diagnóstico sin ninguna posibilidad de cambio, es un mal diagnóstico. El Estado tiene herramientas y la gran muestra es que muchos integrantes de estas agrupaciones están en las cárceles”. —Algunos operando desde las cárceles... —De una manera bien limitada. Yo he escuchado decir que el crimen organizado se tomó las cárceles y eso es mentira. Esta criminalidad pilló desprevenido al sistema penitenciario también, porque no hay cómo saber si estas personas tienen antecedentes o no. Un tipo avezado en el mundo criminal, en un módulo de primerizos, hace lo que quiere: extorsiona, amenaza, etc. Por otro lado, tenemos un funcionamiento de la criminalidad desde la cárcel, por el uso de celulares, porque hay visitas, vínculos con el exterior, entrega de drogas y armas. Para que la criminalidad salga de la cárcel, tiene que haber cierto nivel de corrupción en Gendarmería que hay que atender. “La buena noticia, es que Chile tiene niveles de profesionalismo e institucionalidad que no existen en la región. Me cuesta pensar que seamos el país más atractivo para instalar el crimen organizado si nos comparamos con países que tienen altísimos niveles de corrupción; debilidad institucional, violencia ejercida de parte del Estado.
Parte de las razones que explican la presencia histórica del crimen organizado en Chile es su mercado de drogas, sus fronteras porosas con un sistema de aduanas débil y mecanismos frágiles para detectar operaciones de lavado de dinero”. —Cuando uno escucha a los fiscales del norte del país, por ejemplo, el relato adquiere otro cariz. —Efectivamente, estamos viendo homicidios con un nivel de violencia y brutalidad que no habíamos visto. Es preocupante, pero seguimos estando lejos del país que nos sigue en la región y todavía estamos lejos de la tasa promedio de homicidios de América Latina. En este afán de los políticos por mostrarse sensibles al problema, lo que hacen es magnificarlo. No estamos en las peores zonas de México. Y la verdad es que ningún político sufre ni ve las consecuencias de los cambios en estos patrones de criminalidad, al tiempo que muestran soluciones punitivistas: más penas, más cárcel. La literatura muestra que ese no es el camino. —Según una encuesta Panel Ciudadano-UDD: un 77% de la población cree que Chile está perdiendo la batalla contra los narcos. Aún hay muchas zonas que son tierra de nadie. —El crimen organizado crece donde el Estado está ausente. El negocio del crimen organizado demanda controlar territorio para abarcar más mercados. Primero, proveen de ciertos servicios que podría ofrecer el Estado, incluso tienen un rol benefactor, con el que logran cooptar a las comunidades. De aquí que muchas de las intervenciones para prevenir el narcotráfico tienen que ver con instalar presencia estatal: consultorios, comisarías, oficina del Registro Civil.
La prevención social y comunitaria no pasa solo por la presencia de Carabineros. —¿ Cuánto falta por aprender? A la ministra Tohá la criticaron por revelar que pagaron rescate por el empresario secuestrado en Rancagua. —Tenemos un Estado con mejores herramientas, pero que no tiene las capacidades suficientes.
La contracara de la complejidad criminal, tiene que ser la inEn Chile tenemos una resistencia brutal desde el mundo bancario para abrir el secreto, aveces injustificado”. En este afán de los políticos por mostrarse sensibles al problema, lo que hacen es magnificarlo”. Teligencia y la especialización del Estado. Hace un par de semanas se creó este Equipo de Crimen Organizado y Homicidios (ECOH), grupo especializado del Ministerio Público. Nosotros hemos capacitado a fiscales y jueces. El gran espacio donde el crimen organizado puede florecer es en el lavado de activos. Es ahí donde se puede trancar. En Chile tenemos una resistencia brutal desde el mundo bancario para abrir el secreto, a veces injustificado. Chile es un espacio donde se lava dinero, justamente, porque los mecanismos de prevención y detección son muy débiles. “La oferta de drogas está desatada” Carvacho sostiene, hace años, que combatir las drogas castigando el consumo, provoca escaso efecto, “El consumo de drogas es un asunto de salud pública. El problema no es la demanda de drogas, sino la oferta, que está desatada. Hemos tenido poca claridad sobre el tamaño de esa oferta. Hay una debilidad frente al dinamismo que tiene en cuanto a transporte y formas de ventas, ahora vía apps. El narco opera con una creatividad ilimi da.
Cuando el delito se empieza a mezclar con el mundo tecnológico, es muy difícil de perseguir, porque el anonimato lo hace mucho más fácil”. Siempre? —El consumo de drogas, en general, siempre ha sido totalmente transversal. La pasta base siempre ha tenido una prevalencia mayor en niveles socioeconómicos desaventajados, pero se consume menos ahora. La cocaína, la marihuana y las drogas sintéticas no conocen diferencias sociales.
La diferencia está en que el impacto del consumo es más fuerte en personas con factores de riesgo, con desventaja social. —Carlos Charme, exdirector de Senda, emitió una advertencia en 2021 tras el decomiso de 15 ampollas de fentanilo de uso intrahospitalario. Y acusó, recientemente, que siempre estamos llegando tarde ante las nuevas drogas. ¿Estamos preparados? —La alarma está bien puesta, porque la entrada de nuevas drogas debe ser detectada lo más tempranamente posible. Sobre el fentanilo, recién se están reportando episodios: intentos de ingreso por la frontera, robos en los hospitales e ingreso de personas intoxicadas a hospitales públicos. Chile, en comparación con la región, actúa rápido y tiene un presupuesto gigante para la política de drogas. El desafío está en balancear los presupuestos para el tratamiento con un mayor énfasis en la prevención. La clase política también fue en cierto período irresponsable, hubo una campaña muy fuerte por la legalización y mucha gente cree que el cultivo se legalizó. No hay que olvidar que las drogas son bienes de consumo y, como tales, son fomentados por sectores que hacen negocios con ellas. Si bien no queremos castigar el consumo, tampoco es buena idea promoverlo.