El drama silencioso de Chile
El drama silencioso de Chile L La educación superior juega un papel crucial en el desarrollo personal y económico de las personas. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por expandir el acceso a esta, aún existe un amplio grupo de adultos que no tuvo la oportunidad de acceder a ella. Un estudio realizado por IdeaPaís revela que aquellos adultos que no cuentan con educación superior tienen ingresos más bajos, enfrentan mayores niveles de pobreza y tienen una situación laboral más precaria. Estos efectos se prolongan y amplifican en el tiempo, generando trayectorias cada vez más vulnerables a medida que se envejece. Ante esta realidad, es crucial implementar políticas públicas que prevengan este tipo de trayectorias y que apoyen el empleo y el crecimiento laboral de los adultos sin educación superior. I. Introducción La educación superior es un motor para el desarrollo profesional, económico y humano de las personas.
Tanto es así, que en Chile se observa un aumento salarial por haber asistido a la educación superior de hasta tres veces más que aquellos que cuentan solo con educación media, la mayor brecha de la OCDE (2023). Además, diversos estudios dan cuenta de los beneficios existentes tanto en hábitos como indicadores de salud y calidad de vida (Cutler & Lleras-Muney, 2008). En consideración de lo anterior, Chile ha realizado esfuerzos por expandir la participación en educación superior durante los últimos 40 años.
A través de reformas como posibilitar la creación de universidades privadas no tradicionales (Barroilhet, 2019) en 1981 y el Crédito con Aval del Estado (CAE) en 2005; la matrícula de estudiantes de educación superior creció aceleradamente.
Así, se logró que el número de estudiantes haya aumentado de 145 mil en 1981, a 1,2 millones en 2015 (ocho veces más). Tras la implementación de estas políticas expansivas, actualmente la cobertura bruta de educación superior es de 73%. Sin embargo, actualmente Chile se encuentra entre los países OCDE con mayor porcentaje de adultos con bajo nivel educativo y bajas habilidades (OCDE, 2019). Esto se debe principalmente a que el explosivo crecimiento en educación superior no impactó a la población mayor de 35 años de ese momento --quienes tenían una edad avanzada como para asistir a la educación superior--, implicando que esa generación de trabajadores no tuviese formación académica ni un entrenamiento adecuado.
La población que no participó en educación superior --ya sea por edad o por no haber contado con la oportunidad de cursarla-se ve especialmente damnificada en Chile, quedando en una situación de vulnerabilidad poco tratada en la discusión pública contingente. Junto con eso, Chile se encuentra muy cerca de una recesión económica, agudizada por el estallido social de 2019 y la pandemia de 2020.
En efecto, en la última década, nuestra economía experimentó una aguda desaceleración --creciendo a una tasa del 1,5%, dos puntos menor a la década anterior--, lo que se tradujo en un estancamiento de los ingresos autónomos de las personas (Casen, 2022). Así, en tiempos de una economía alicaída, toma especial relevancia el diseño de políticas públicas que pretendan tanto revertir esta tendencia de estancamiento, como prevenir que se sigan reproduciendo condiciones de vulnerabilidad.
En ese sentido, caracterizar y comprender El drama silencioso de Chile En este ensayo publicado por IdeaPaís, los autores advierten sobre la vulnerabilidad en las trayectorias vitales de aquellos adultos que no han podido acceder a la educación superior, y proponen ideas para enfrentar el problema.
Lecturas & Documentos (Continúa en la página 14). (Viene de la página 13) al grupo de la población adulta que, además de verse afectado por la recesión, no cuenta con estudios superiores, permite dar visibilidad a los problemas que tiene este grupo, así como reflexionar en torno a medidas que apunten a prevenir este tipo de trayectorias para generaciones futuras. TI.
Desarrollo Para lo mencionado anteriormente, Idea País llevó a cabo un estudio de metodología cuantitativa, tomando una muestra de personas chilenas, entre 35 y 65 años, para ver la relación existente entre el acceso a la educación superior y diferentes dimensiones sociodemográficas. Estos fueron diferenciados en base a dos características: tramo etario y nivel de estudios superiores. En primer lugar, se separaron dos grupos de acuerdo a si accedieron a la educación superior —ya sea universidades, institutos profesionales o centros de formación técnica— o no. En segundo lugar, se consi deró la edad de la persona, separando a aquellos entre 35 y 50 años y los que tienen entre 50 y 65 años. 1. Impacto a largo plazo de no asistir a educación superior en la economía de las personas a) Ingresos. Cuando estimamos la relación entre contar con estudios superiores y la variación de los ingresos, observamos que el no contar con estudios superiores —independientemente de la edad— se asocia a una caída de los ingresos. Ahora bien, notamos que pertenecer al grupo de mayor edad y, al mismo tiempo, no contar con estudios superiores, implica una reducción adicional de los ingresos. Es decir, quien es mayor y no tiene estudios superiores, percibe ingresos más bajos.
Estos resultados dan cuenta que adultos a edades más avanzadas que no cuentan con estudios superiores se ven más desaventajados que adultos de menor edad sin estudios, aún cuando la edad aparenta correlacionar positivamente con los ingresos. Esta asociación pone de manifiesto que, mientras quienes cursan estudios superiores tienen una trayectoria de ingresos ascendente con el pasar de los años, quienes no acceden tienen en cambio una trayectoria de carácter descendiente. B) Pobreza. Por otro lado, al estimar la asociación entre pobreza y estudios superiores vemos que existe una correlación entre contar con estudios superiores y una reducción en niveles de pobreza por ingresos. No obstante, al incluir el factor “edad”, observamos que pertenecer al segmento de adultos de mayor edad se asocia a una reducción en los niveles de pobreza por ingresos. Así, notamos lecturas € Documentos que el nivel más alto de pobreza por ingreso se alcanza en el grupo que no accedió a la educación superior y tiene entre 35 y 50 años. Ahora bien, al analizar la incidencia de pobreza multidimensional para los distintos grupos, observamos que no contar con estudios superiores se asocia a mayores niveles de este tipo de pobreza. Luego, al incluir el factor “edad”, notamos un efecto adicional del envejecimiento sobre la tasa de este tipo de pobreza.
Así, queda en evidencia que el envejecimiento está asociado a mayores tasas de pobreza multidimensional, observándose que esto es aún más desfavorable en personas mayores que tienen menor escolaridad. 2) Impacto a largo plazo de no asistir a educación superior en el trabajo de las personas Está bastante documentado que el envejecimiento suele estar asociado a un deterioro de los distintos indicadores laborales. Así, personas de edades más avanzadas suelen contar con mayores niveles de desocupación, inactividad e informalidad laboral.
Por con= siguiente, se estimó que la asociación existente entre estudios superiores, edad y variables laborales, se traduce en que pertenecer al grupo etario mayor y no contar con estudios superiores tiene un efecto negativo adicional sobre la tasa de participación y ocupación laboral. Es decir, los resultados confirman que tener estudios superio Tes es un recurso que permite sortear de mejor forma el deterioro laboral comúnmente asociado al envejecimiento. En tanto, quienes no cuentan con estudios superiores tienen mayores niveles de inactividad e informalidad laboral con el pasar de los años. Al observar la tendencia temporal de los distintos indicadores laborales de quienes cuentan con estudios superiores en contraste con quienes no cuentan con estudios, observamos importantes diferencias en sus trayectorias.
A medida que aumenta la edad —acercándose a la edad de jubilación— persisten las diferencias entre ambos segmentos, siendo el grupo de personas sin estudios superiores es más susceptible a encontrarse fuera de la fuerza laboral, o bien, presentar menores niveles de ocupación. Los resultados de ingreso, pobreza y situación laboral nos indican que el impacto de no asistir a educación superior tiene un efecto que se ve amplificado con la edad.
Así, al acercarse a la edad de jubilación, la distanEl drama silencioso de Chile cia entre los grupos más calificados con los menos calificados aumenta, lo que termina por afectar los niveles de vulnerabilidad en la tercera edad.
Recomendaciones de política pública Las políticas sociales para aquellas personas que no asisten a educación superior deben apoyar la búsqueda de empleo y crecimiento laboral durante la vida adulta, con el objetivo de evitar los efectos negativos observados en la última etapa laboral. Estas políticas deben fortalecer la situación laboral de personas sin estudios en etapas tempranas de la vida laboral, para disminuir la precariedad de su trayectoria.
Medidas preventivas focalizadas en adultos comenzando su etapa laboral o en la cima de empleabilidad --a los 40 años aproximadamente--, no solo tienen un impacto económico, sino que de salud y desarrollo personal, pudiendo lograr un gasto más eficiente de recursos del Estado, disminuyendo la necesidad de beneficios en pensiones, apoyo en desempleo y diferentes servicios sociales.
Siguiendo lo planteado por la OCDE (2019), la educación para adultos puede ayudar a la población a encontrar, mantener y crecer en el empleo de adultos sin formación profesional, siendo una política preventiva que permite enfrentar la raíz de este problema en el mediano y largo plazo. Esta herramienta puede fortalecer la capacidad laboral, disminuir la pobreza y fomentar el desarrollo personal de la población, a través de políticas enfocadas en el crecimiento personal y no solo en incentivos económicos.
Para ello se deben tomar en cuenta varias consideraciones importantes. i) En primer lugar, el país debe considerar el sheepskin effect (Gunderson & Oreopolous, 2020), el cual plantea que a un mismo nivel de conocimientos los sueldos serán mayores para la persona que tenga un título que acredite ese nivel.
Debido a esto, una de las principales medidas es incentivar la certificación de habilidades, obtenidas por experiencia o a través de estudios de corta duración, o crear marcos de cualificaciones que detallen la expertise de un trabajador de mayor edad. Chile posee un programa de certificación desde el año 2014, pero que tras 10 años de existencia solo ha alcanzado 70 mil personas, presentando un crecimiento casi nulo desde 2015.
Promover y desarrollar este programa es un paso necesario para la acreditación de los trabajadores del país. ii) En segundo lugar, se debe crear una política integral para la promoción de programas de educación para adultos y aumentar su alcance.
La participación en programas para adultos de trabajadores no calificados es aproximadamente la mitad que la participación de trabajadores que cuentan con estudios superiores (OCDE, 2013), principalmente debido a la incapacidad del trabajador de discernir qué programas existen, y cuáles podrían serle útiles. Por ello, la promoción de programas de formación debe ajustarse para llegar a aquellos que no asistieron a la educación superior, e incluir servicios de asesoría personalizada que permitan acompañamiento y consejo.
El Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (Sence) ha permitido la capacitación de más de 700 mil personas por año, pero carece de un trabajo dirigido que permita acompañar a trabajadores interesados en la búsqueda de capacitaciones adecuadas.
Ejemplos de programas exitosos son el programa austriaco Bildungsberatung Österreich, que ofrece asesoría independiente y gratuita de diferentes oportunidades educacionales y de entrenamiento a lo largo de Austria. iii) En tercer lugar, se deben crear programas de certificación y aprendizaje relevantes para la población y el mercado laboral, con un foco en el aprendizaje modular.
Los adultos aprenden mejor cuando la educación está situada en un contexto determinado, es práctica y orientada a problemas-soluciones (Knowles, 1984; Chinnasamy, 2013), por lo que los programas de educación deben seguir modelos similares para atraer y retener a sus estudiantes.
A su vez, existe evidencia de que trabajadores no calificados tienen menos interés en participar en entrenamiento que demanda altos niveles de tiempo, comparado con trabajadores calificados (Fouarge, Schils and de Grip, 2013), por lo que el aprendizaje modular entrega una mayor flexibilidad, atendiendo a la realidad de nuestra población objetivo, y permite que los trabajadores avancen en su camino de aprendizaje personal. Para el caso chileno, el Sence debe aumentar las fórmulas de trabajo con la industria, entendiendo las diferentes necesidades del mercado laboral y aumentando la utilidad de las capacitaciones entregadas por ellos.
En Chile existe la oportunidad de aprovechar las instituciones de educación superior técnica profesional para potenciar la educación adulta, tanto en los programas tradicionales de estas instituciones, como en programas de corta duración --anteriormente mencionados--. Su experiencia en carreras cortas, especializadas y flexibles y la posibilidad de obtener retornos positivos en el corto plazo (Zúñiga et al., 2023) entregan un espacio para políticas de matrícula expansivas, con un foco en la población adulta.
Así, las herramientas de capacitación podrían realizar un avance en calidad y cantidad, impactando a un mayor porcentaje de la población adulta y cambiando definitivamente su trayectoria laboral, evitando que nuevas generaciones sufran consecuencias similares a lo que se observa hoy en día. III.
Conclusiones En este estudio observamos que los efectos de no asistir a la educación superior en Chile se prolongan en el tiempo, y que aquellos adultos que se encuentran en la última etapa de la vida laboral pueden experimentar una amplificación de estos efectos perniciosos. Así, los adultos que no cuentan con estudios superiores, al superar los 50 años presentan menores ingresos, mayor pobreza multidimensional y una situación laboral más precaria, marcada por mayor inactividad e informalidad. Para este grupo, políticas pro-empleo son necesarias para mantenerlos en el mercado laboral, apoyándolos en su desarrollo económico y personal.
Junto con ello, políticas educacionales y de certificación enfocadas en adultos son una herramienta útil y atractiva para sobrellevar diversos desafíos subyacentes a la hora de emplearse sin educación superior, por lo que son recomendables para modificar trayectorias laborales antes de llegar a momentos de mayor vulnerabilidad.
Dentro de ellas, destacan la certificación de habilidades, programas de aprendizajes modulares, flexibles y con un foco en el mercado laboral, y la oportunidad que cuenta el país de trabajar en conjunto a institutos profesionales y centros de formación técnica.
Fomentar estas y otras medidas tendrán un efecto importante en la calidad de vida y vida laboral de las personas de nuestro país. «El drama silencioso de Chile: Trayectoria económica y laboral de los adultos sin educación superior», Francisco Alessandri, María Teresa Iacobelli y Juan Pablo Lira, IdeaPaís..