COLUMNAS DE OPINIÓN: Igualdad de oportunidades para los niños más vulnerables
COLUMNAS DE OPINIÓN: Igualdad de oportunidades para los niños más vulnerables Las experiencias que vive un niño tempranamente en su vida afectan el desarrollo de sus habilidades cognitivas y socioemocionales. Diversos estudios sugieren que, en poblaciones muy vulnerables, la falta de recursos genera impactos en su estructura cerebral (Noble et al., 2015; Marshall et al., 2008). Estos hallazgos no deberían sorprender. Después de todo, durante los primeros cuatro años de vida se produce la inmensa mayoría de las conexiones neuronales en el cerebro. Estas afectan la evolución del cerebro y están enormemente influidas por las experiencias de los infantes. Un estudio publicado hace pocos días (Carroza et al., 2025) agrega más antecedentes a estos hallazgos. Su investigación estudia distintos indicadores de adversidades tempranas --vulnerabilidad social del barrio, dificultades financieras del hogar y exposición a traumas, entre otros-para evaluar su efecto sobre la microestructura de la sustancia blanca. Los resultados son categóricos.
Utilizando mediciones habituales en estudios de estas características, anisotropía fraccional (AF) y cuantificación de vías neuronales, encuentran una relación importante y negativa entre dichos indicadores y el desarrollo de la sustancia blanca en todo el cerebro. Al mismo tiempo, la relación entre AF de la sustancia blanca y cognición es positiva y robusta. Para estas estimaciones se analiza una muestra de más de 9 mil niños, de 9 a 10 años. Esta investigación y otras van despejando las dudas que se pueden tener respecto de la influencia de los entornos en el desarrollo cognitivo y socioemocional de los niños y su permanencia en el tiempo. La disponibilidad creciente de estos estudios nos convoca a pensar en formas de atenuar estas adversidades si se quiere alcanzar una sociedad más equitativa y con mayor igualdad de oportunidades. Nuestro país, si bien cuenta con algunas iniciativas valiosas para enfrentar las adversidades tempranas que sufren nuestros niños, está lejos de contar con una estrategia comprensiva ante este problema.
Esto, a pesar de que hay pocas políticas públicas, si alguna, que tienen un retorno social tan alto como las dirigidas a enfrentar las vulnerabilidades en la primera infancia (Carneiro y Heckman, 2007; Hendren y SprungKeyser, 2020). Una dimensión fundamental en esa estrategia es una experiencia de cuidado y educativa de calidad en los primeros cuatro años de vida. La intervención pública en esta área es especialmente importante para niños en mayor vulnerabilidad. Sin embargo, nuestra cobertura (55% para edad 3) es notoriamente más baja que la observada en los países de la OCDE (77%), y es menor en familias más pobres. Además, no logramos aprobar un proyecto razonable de sala cuna que se haga cargo de las limitaciones del artículo 203 del Código del Trabajo, asegurando la calidad del cuidado. Otras señales de alerta revelan esa falta de estrategia.
Por ejemplo, el aumento en los últimos seis años del porcentaje de nacimientos con bajo peso (Colunga 2024) y la elevación en el porcentaje de niños entrando al sistema de protección por haber sufrido vulneraciones de derechos (presentación del director del Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia al Senado). Así, un plan que enfrente esta realidad debe contener diversos ejes. El estudio antes citado (Carroza et al. ) da algunas pistas. Concluye que, entre los factores que aportan a la resiliencia de los niños, se encuentran la cohesión social y seguridad de los barrios, la presencia de padre y madre y la disponibilidad de ingresos. Algunos de ellos pueden ser influenciados por la política pública, y otros orientar su focalización de mejor manera. La experiencia comparada respecto del aporte de la cohesión social de los barrios en el bienestar de los niños es interesante.
A su vez, el recorrido en transferencias condicionadas y no condicionadas para hogares de bajos ingresos, sobre todo ahí donde hay niños pequeños, es muy incipiente en nuestro país, reflejándose en las mayores tasas de pobreza relativa antes informadas. Esta estrategia también debe incluir un foco en los aprendizajes fundamentales al inicio de la vida escolar. Que nuestros niños aprendan a leer tempranamente, clave en el desarrollo cognitivo en esta etapa, es una asignatura pendiente. Las deficiencias son agudas y se arrastran durante toda la vida escolar hipotecando aprendizajes futuros.
El efecto negativo de la caída en la natalidad en el progreso del país se puede atenuar elevando las habilidades cognitivas y socioemocionales de la población, muy reducidas según estudios como el PIAAC de la OCDE, pero ello no será posible si no se genera una estrategia como la que aquí insinuamos. En un año de elecciones, este debería ser un asunto fundamental. Igualdad de oportunidades para los niños más vulnerables "... diversos estudios sugieren que, en poblaciones muy vulnerables, la falta de recursos genera impactos en su estructura cerebral. Estos hallazgos no deberían sorprender.
Después de todo, durante los primeros cuatro años de vida se produce la inmensa mayoría de las conexiones neuronales en el cerebro... ". HARALD BEYER SUSANA CLARO ANDRÉS HOJMAN Escuela de Gobierno, UC. - - -